jueves, 7 de septiembre de 2017

Pregón 1996

Primer Pregón de la Semana Santa de Benavente, pronunciado por Juan Carlos de la Mata el día 1 de abril de 1996 en el Teatro Reina Sofía de Benavente. En la imagen el historiador benaventano junto al entonces alcalde de la ciudad Antonio Zapatero y el periodista radiofónico Jesús Villarino

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PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE BENAVENTE 1996
Pronunciado por Juan Carlos de la Mata Guerra
en el Teatro Reina Sofía el lunes 1 de abril de 1996

Como cada primavera

Como cada año al aproximarse estas fechas la primavera como premonitoria nos anuncia el drama humano y divino de Cristo, pero también estallando en una floración de colores nos anuncia la esperanza en su Resurrección, porque el mensaje de Cristo está siempre de actualidad. Días en que gran parte de la humanidad vive su Gólgota diario, días en que parece se hace más patente el lamento de tantos inocentes que sufren atenazados por tantas injusticias, días en que se parece aflora más el dolor de una humanidad que en gran parte vive sumida en medio de tantos conflictos y guerras. También para los habitantes de Benavente y comarca la Semana Santa debe ser ante todo este un tiempo de reflexión, pero también un tiempo de esperanza. Las celebraciones y desfiles procesionales que tienen lugar estos días son también expresión de ello. Cuenta la Semana Santa de Benavente con unos desfiles procesionales de onda raigambre mantenidos con dignidad para rememorar la Pasión y Muerte de Cristo. Sus cofradías, además de su condición principal como asociaciones de fieles, son las custodias y trasmisoras de un rico patrimonio cultural (costumbres, imaginería, historia y tradiciones, etc). Poseen unas profundas raíces, pues las primeras cofradías nacen en Benavente gracias a los franciscanos, que asentados en la localidad desde el siglo XIII, difunden las devociones y el culto a la Pasión del Señor. A ellos se debe la fundación de las primeras hermandades penitenciales, a las que en el transcurso de los siglos se incorporarán otras con renovado fervor.

Como cada año las calles de Benavente se convierten durante estos días en escenario improvisado por el que desfilan las procesiones. Son un retablo didáctico en el que el pueblo se hace partícipe del sacrificio de Cristo. Iglesias románicas, fachadas renacentistas, rúas medievales y plazas recoletas sirven estos días de marco privilegiado para sentir y hacer sentir la belleza. Se puede decir, sin riesgo a exagerar, que la Semana Santa realza los valores espaciales de la ciudad. Nuestro templo mayor, la iglesia de Santa María del Azogue, con sus cinco ábsides de austero románico, es más que nunca estos días una oración convertida en piedra. Las luces que iluminan este templo monumental convierten lo semejan a una ascua de oro que arroja su luz en el fondo oscuro de la noche. La fachada del Hospital de la Piedad se semeja a un gran tapiz bordado en piedra, donde la figura central es de la “Mater Dolorosa” que sostiene al hijo ya muerto en su regazo. Tema éste preferente y reiterativo en los templos y ermitas benaventanos. Por unos instantes el silencio de la noche primaveral parece transportarnos a un Benavente medieval, de gremios y seculares costumbres hoy perdidas, como la de situar un cofrade a las puertas del Hospital de la Piedad durante la procesión del Jueves Santo, para pedir por “la salud pública de la Villa”. En un tiempo en el que los habitantes de la villa vivían expuestos a todo tipo de calamidades: plagas, pestes, sequías, hambrunas, etc. Es como si el eco de los salmos monacales del desamortizado y vecino convento de San Francisco, repetidos durante tantos siglos, llegasen aún hasta nosotros.

La imaginería de la Semana Santa de Benavente es un tanto ecléctica pues corresponde a épocas, estilos y calidades diferentes. Obedece a un patrimonio imaginero que se ha ido acumulando durante siglos y que merece ser conservado en las mejores condiciones y aumentado si cabe. La mayoría, ciertamente, no son imágenes de primera línea, pero tienen sin duda su mérito artístico. Algunas son anónimas, otras fueron ejecutadas por escultores de prestigio, las hay también que son obra de artesanos o entalladores locales que pusieron en sus gubias la mejor de sus voluntades. Son dignas representaciones de los cuadros y escenas de la Pasión y sobre todo son señeras de nuestra Semana Santa. Pasos e imágenes que el benaventano identifica pues forman parte del acervo devocional, cultural y hasta sentimental.

La función de las procesiones es transmitir un sentimiento religioso al pueblo sencillo, representando un guión, que en esencia es siempre el mismo: el relato evangélico de la Pasión. Se trata de armonizar el mayor realismo del dolor con la versión evangélica. El pueblo apostado en calles y plazas espera paciente el paso de las imágenes. Hay en ello unos ojos expectantes y una ciudad que reza. Hay en estos días una búsqueda sencilla de Dios, en lo que está más cerca del hombre. Esculturas y pasos son una expresión del dolor y de la tragedia, pues la Semana Santa de Benavente tiene mucho de resabios medievales, de penitentes y de mujeres pregando y rogando detrás de las imágenes, de Cristos hieráticos y agonizantes, de nazarenos arrastrando pesadas cruces por empinadas cuestas y calles angostas. Son las imágenes llamadas de devoción las que suscitan la piedad del creyente. Hacia ellas miramos en los momentos difíciles y en las horas de aflicción: Santísimo Cristo de la Salud, Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Dolorosa. Encarnan profundas creencias y devociones que se transmiten de generación en generación. Son en definitiva representaciones y escenas que componen las bellas estampas de la religiosidad popular.

Estos días son también para muchos días de evocación. Detrás de estas celebraciones existe todo un cúmulo de tradiciones y sentimientos. En el recuerdo de los más mayores tantas Semanas Santas de días venturosos, de primaveras recién estrenadas y perdidas tras un rosario de años, de experiencias y de momentos entonces tan intensamente vividos y que hoy nos parecen tan lejanos como el larguísimo desfilar de nuestras procesiones. Semanas Santas de flores exhalando aromas ante el Tabernáculo, de ramas de olivos en balcones y ventanas, de tristeza honda y conmovida de tantos solemnes Viernes Santos. Semanas Santas de zapatos nuevos el Domingo de Ramos. Del solemne juramento de los hermanos cofrades del Santísimo Cristo de la Salud ante el atrio de la vieja iglesia de Santa María de Renueva. De algarabía de niños de las parroquias queriendo consolar a Jesús entre laureles y palmas. De la procesión de las Siete Palabras, portado por la etnia gitana y el sonoro sermón en el mediodía del Viernes Santo. De tantas caídas del manto enlutado tras la alegría del encuentro en la Plaza Mayor. De bombas y cohetes voladores que anuncian júbilo y de palomas que alzan el vuelo en señal de gloria, mientras la banda de música lanza al viento los sones de la Marcha Triunfal.

La Semana Santa de Benavente se esfuerza por mostrar cada año la vigencia y pujanza de unas celebraciones y procesiones con más de cuatrocientos años de antigüedad en nuestra ciudad. Es como un viejo olivo, al que cada primavera brotan nuevos retoños que reverdecen sus centenarias ramas. Colaboremos todos porque la Semana Santa de Benavente conserve su espíritu original de amor a Jesucristo y voluntad de humanizar la sociedad.

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Portada del programa de la Semana Santa de Benavente de 1996 y la página donde se incluye el Pregón entre los Actos programados

Reproducción de la imagen de la Patrona de Benavente como agradecimiento al pregonero por parte del Ayuntamiento

Placa de agradecimiento al pregonero por parte de la Junta Pro Semana Santa

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