Penitente nazareno una mañana de Viernes Santo
La escena que recoge la fotografía nos sitúa en la Plaza de la Madera (por entonces denominada Plaza de Onésimo Redondo) en los primeros años de la década de 1950. En la mañana de un Viernes Santo un joven portando una cruz y vistiendo túnica nazarena y verduguillo morado, se ha descubierto el rostro. Cargado con una gran cruz pareada, de la que se distingue nítidamente la línea de ensamblaje, el penitente mantiene asida la cruz con sus manos. Varios penitentes más, portando también sus cruces, caminan sobre el suelo empedrado de la plaza. Mientras, otros cofrades nazarenos cubiertos de caperuz amarillo con sus varas procesionan detrás del penitente. Le siguen a cierta distancia un grupo de mujeres enlutadas y vestidas con ropas oscuras, y que acompañan a la comitiva procesional en la fría mañana.
En un ángulo se distingue la puerta norte de la Iglesia de Santa María con dos de los pedestales situados en las diferentes puertas del templo y rematados en su parte superior con leones de piedra. Al fondo la Casa del doctor Bobillo, obra del gran arquitecto benaventano Segundo Viloria Escarda, con su vistosa fachada decorada a base de juegos de ladrillo, y el antiguo Hospital-Asilo de Convalecientes con sus característicos soportales.
El joven nazareno es Ladis Pastor Guerra,
primo segundo del autor de estas líneas.
primo segundo del autor de estas líneas.
Foto cedida por la familia Pastor
Dentro de la Cofradía de Jesús Nazareno en Benavente era tradición secular que los hermanos se dividiesen en dos grupos o categorías: los hermanos de luz, que en origen portaban hachones de cera, y en hermanos de cruz que imitaban los pasos de Cristo hacia el Calvario, portando la cruz y rezando todos ellos en cada una de sus estaciones el Vía Crucis. Hermanos de cruz y hermanos de luz debían tener idéntico número dentro de la Cofradía. Con el transcurso de los siglos estas costumbres se fueron relajando y los hermanos penitentes de cruz fueron disminuyendo, las velas y hachones fueron sustituidas por varas con el símbolo de la tarjeta o emblema de la cofradía, y la vestimenta negra de los cofrades, también llamadas coletos, fueron sustituidas por túnicas moradas y caperuces amarillos.
En muchos casos estos hermanos de cruz procesionaban también el Jueves Santo en la procesión llamada de La Cena que discurría entre la Iglesia del Santo Sepulcro y la Iglesia de Santa María del Azogue o La Mayor.
Como consecuencia de los cambios de las mentalidades y en las costumbres devocionales fueron disminuyendo el número de cofrades penitentes en las procesiones, pasando a ser privativo o limitado a algunas familias que por tradición u ofrecimiento portaban como penitentes sus cruces. Ocasionalmente también determinadas personas, como promesa u ofrecimiento se comprometían a portar alguna de las cruces disponibles que eran patrimonio de la cofradía. Era habitual hacerlo como agradecimiento por algún favor recibido o como rogativa para conseguirlo, tal como la curación de algún familiar o la superación de algún difícil trance.
Juan Carlos de la Mata Guerra
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