sábado, 6 de noviembre de 2010

Carta Pastoral

RECIBIRLOS Y MOSTRARLOS COMO SE MERECEN

CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE ZAMORA ANTE LA VISITA DE LA CRUZ DE LOS JÓVENES Y EL ICONO DE MARÍA A NUESTRA DIÓCESIS


Muy apreciados hermanos en el Señor Jesucristo:

Como ya os anuncié hace varias semanas nuestra Iglesia Diocesana, muy pronto, en concreto, durante la segunda semana del próximo mes de Noviembre, recibirá una Visita muy gratificante y bien anhelada: la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María Virgen.

Queriendo, por mi parte, que la presencia en nuestra Diócesis de estos dos destacados signos cristianos constituya un acontecimiento significativo para nuestra Iglesia, me dirijo, a todos vosotros, para alentaros y orientaros a vivirlo como una gracia que el Señor nos concede.

Recojo y os ofrezco como guía de mi reflexión una sabrosa expresión de un Santo Padre griego, San Andrés de Creta, quien se expresaba, convencido y jubiloso, en estos términos: “¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro”. Así también, cada uno de nosotros, los fieles cristianos, lo reconocemos: la Cruz es nuestra dicha, por lo tanto es motivo de alegría, y la Cruz constituye nuestro tesoro, es decir, es un manantial de bienes ya que contiene un valor provechoso para nuestra vida.

Alegrarnos y beneficiarnos con la Visita de la Cruz debe ser el propósito y la finalidad que pretendamos y alcancemos ante la ya cercana llegada de la Cruz de los Jóvenes y del Icono de María a nuestra Iglesia en Zamora. Debemos estar orgullosos de la Cruz, ya que en ella se nos ofrece el fundamento más resistente para la alegría: la entrega amorosa de Jesús hasta la donación completa de su vida en bien nuestro. Así, viendo la Cruz sentimos el gozo de ser amados por Jesucristo. Además debemos maravillarnos ante la Cruz, ya que por ella se nos concede el mayor bien: la reconciliación con el Padre Dios que nos abraza filiamente en su Hijo Jesús y nos capacita y envía a extender su obra reconciliadora a favor de todos los hombres.

Por eso, reconociendo que la Cruz es nuestra alegría y nuestro bien, es decir, que el Crucificado es manantial permanente de júbilo y origen inagotable de beneficios para cuantos acuden confiados a Él, por eso nos sentimos motivados a recibir como se merecen, con gozo, gratitud y piedad, tanto a la Cruz de los Jóvenes como al Icono de Santa María.

Por una feliz coincidencia la Cruz de los Jóvenes y el Icono de la Virgen permanecerán en nuestra Diócesis del jueves 11 al domingo 14, aunque llegarán hasta nuestra Iglesia en el anochecer del miércoles 10, entrando por Benavente. De modo que podemos considerar que las jornadas de su presencia entre nosotros constituyen como un singular “Triduo Santo”, en cierta manera, semejante con los días más nucleares del calendario cristiano: del atardecer del Jueves Santo al Domingo de la Pascua de Resurrección. Así esta significativa visita nos ayudará a rememorar y asimilar el Misterio Pascual del Señor que encuentra en la Cruz su centro y su símbolo.

Quiero que tengamos en cuenta la procedencia de esta Cruz: es la Cruz que el Papa entregó personalmente a un grupo de jóvenes españoles hace más de un año, el Domingo de Ramos de 2009, con la encomienda de convocar e invitar a participar en la Jornada Mundial de la Juventud en agosto de 2011 en Madrid. Por lo tanto la debemos considerar como un don del Pastor de la Iglesia Universal ofrecido a todos los integrantes de las Iglesias Diocesanas en España que requiere ser acogido por todos los fieles católicos con aprecio y agradecimiento, sintiéndonos por medio de esta Cruz más vinculados con Benedicto XVI.

Además esta Cruz y este Icono nos ayudarán a unirnos más fraternalmente con el conjunto de la Iglesia, ya que ambos signos han recorrido multitud de lugares en los más diversos rincones del mundo, en donde millares de hombres y mujeres, de culturas y pueblos variados, se han sentido entrelazados por su fe en la Cruz y su veneración a la Virgen.

Cuando ya está cercana la visita de la Cruz nos corresponde prepararnos para que este acontecimiento suponga para toda nuestra Diócesis lo ya que os apremiaba en la Eucaristía de Apertura de este Curso Pastoral: “que sea un momento privilegiado de testimonio y de evangelización”. Así esta visita nos ofrece una valiosa oportunidad, que no puede pasar desapercibida ni desaprovechada, para que testimoniemos con valentía el amor de Dios hasta el extremo que Jesús nos demostró en su Cruz, y para que mostremos y ayudemos a redescubrir a nuestros contemporáneos el núcleo del Evangelio: el árbol de la Cruz en donde se manifiesta la dignidad de cada persona, sobre todo la más débil o sufriente, ya que en él el Hijo de Dios se entregó por todos en un gesto máximo de humildad, misericordia, perdón y sacrificio.

Convencido de esto quiero estimularos a todos los cristianos en Zamora: laicos, consagrados y sacerdotes a que la Visita de la Cruz sea celebrada, compartida y difundida por todos los que formamos nuestra Iglesia Diocesana, de modo que se perciba, en medio de nuestra sociedad, que nos congregamos y volcamos con la Cruz. Por eso os convoco cordialmente a todos los zamoranos a participar personal, familiar, popular y masivamente en los actos de la visita de la Cruz y el Icono de María. Una invitación que se dirige no sólo a los que vivís en las tres localidades que recibirán estos signos: Zamora, Benavente y Toro, sino que quiero hacer extensiva a los hombres y mujeres de todos los pueblos de nuestra Diócesis: a los ancianos, a los adultos, a los niños y, por supuesto, a los jóvenes. Por tanto, procuremos poner vivo interés y hacer el esfuerzo necesario para acudir a los actos y celebraciones en torno a la Cruz.

Ahora me permito dirigirme, particularmente, a los jóvenes zamoranos para deciros: para vosotros y en bien vuestro, sobre todo, viene la Cruz a Zamora, ya que, como su nombre lo indica, se trata de la “Cruz de los Jóvenes”. De ahí que os animo a que os sintáis destinatarios y protagonistas de esta importante visita. Por eso os aliento, queridos jóvenes, los que estudiáis, trabajáis o estáis desempleados, a que os atreváis y decidáis, superando los complejos, a participar en la acogida de la Cruz. Recordad que muchos de vosotros, quizá no hace mucho tiempo, fuisteis ungidos con la señal de la Cruz en vuestra frente al recibir el sacramento de la Confirmación. Por eso la presencia de esta Cruz os ofrece una atrayente oportunidad de revivir aquel momento significativo de vuestra vida cristiana.

Por medio de los diversos actos y celebraciones organizados por la Visita de la Cruz tendremos la posibilidad de situarnos “junto a la Cruz”, según la conocida imagen evangélica. Este mantenernos “junto a la Cruz” conlleva dejarnos amar, guiar y salvar por el Crucificado. De modo que nuestra respuesta a tanto beneficio del Señor implica que recibamos con alegría, que acompañemos con entusiasmo, que adoremos con fe intensa y que mostremos públicamente con valentía esta bendita Cruz como nuestra señal distintiva y el signo más valioso que los cristianos nos gozamos y gloriamos de acoger y ofrecer.

A la vez vendrá a nosotros el Icono de María, para así expresar, como nos recuerda la narración de la Pasión, que “junto a la Cruz de Jesús estaba su Madre”. Allí se encontraba Santa María Virgen, testimoniando su amorosa y fiel cercanía y unión con su Hijo. Por eso recibiendo este Icono de Nuestra Señora nos sentiremos, como ella y con ella, más unidos a Cristo, de manera que su venida en esta representación suya nos impulse a suplicarle confiados a nuestra querida Madre que nos aliente a vivir firmes en la fe y arraigados en Jesucristo.

Confiando en encontrarnos junto a la Cruz de Cristo, os doy mi bendición.

+ Gregorio Martínez Sacristán, Obispo de Zamora

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